"¡Oh inestimable, dulcísima caridad!, ¿quién no se enciende con tanto amor?, ¿qué corazón podrá resistir sin desfallecer? Tú, abismo de caridad, parece que enloqueces por tus criaturas como si no pudieses vivir sin ellas, siendo así que Tú eres nuestro Dios que nada necesitas de nosotros. Nuestro bien nada añade a tu grandeza, porque eres inmutable; con nuestro mal no te viene ningún daño, pues eres la suma y eterna bondad. ¿Quién te mueve, pues, a tanta misericordia? Sólo el amor, y no porque nos debas algo o tengas necesidad de nosotros, pues nosotros somos reos y malvados deudores.
¿Y seré yo la miserable criatura que pueda resistir a las gracias y a la encendida caridad que has demostrado, y al encendido amor que en particular me demuestras, además de la caridad que tienes para con todas las criaturas? No. Solamente Tú, dulcísimo y amoroso Padre, sabrás agradecer por mí, es decir, que el afecto de tu misma caridad te dará las gracias, porque yo soy la que no soy. Y si yo dijere ser algo por mí misma, mentiría... Tú solo eres el que es, y el ser y toda gracia añadida a mi ser, procede de Ti, que me lo diste y me lo das por amor, sin que tenga yo a ella ningún derecho".
Sta Catalina de Siena, doctora de la Iglesia
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