"El hombre es criado para alabar, hacer
reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y
las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para
que le ayuden en la prosecución
del fin para que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar
dellas, quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, quanto para
ello le impiden. Por lo qual es menester hacernos indiferentes a todas las
cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre
albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra
parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida
larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y
eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados."
San Ignacio de Loyola
1. Fui creado para cantar las maravillas de la
existencia, referir todo a mi Creador y, finalmente, reflejar su gloria. Este
cántico feliz que trae, expone, devela la gloria del Creador es mi tarea.
Además es el medio para una consecuencia feliz: mi salvación. Es decir, el
camino para la salvación es uno en el cual mi vida en todas sus facetas
resplandece y habla de una gloria remitida a Dios. Nada menos que eso es el
deseo de Dios para mi: que yo brille con su luz. Queda en evidencia y se
propone de inicio lo bueno que es mi creador al brindarme un camino alegre,
rico y abundante para mi salvación.
2. La bondad de mi
Dios para conmigo es mayor aún según Ignacio. Tan lejos llega, que todo el
mundo y lo que en él habita ha sido creado para ayudarme a mi fin. Esto es una
declaración inmensamente poderosa y potenciadora. Todo existe para servirme.
Con ésto el "y vió que era bueno" del Génesis se despliega ante mi
como una realidad concreta y verdadera. El mundo y lo que hay en él es bueno.
Cabe una advertencia sin embargo: no todo es necesariamente bueno y conveniente
para mi propósito particular. Es por tanto mi responsabilidad, como ser libre,
discernir qué ayuda y qué estorba mi salvación. El uso que hago de las cosas es
por tanto lo que debo determinar. Mi responsabilidad es tomar buenas elecciones
para vivir "salvado" y participar en la plenitud de mi creador.
3. Este
planteamiento inicial, este pre-supuesto, es bellísimo. El hecho de postular de
entrada y establecer como base que yo fui creado para mi propia salvación me
parece extraordinario. Significa que éste que me creó deseó mi bienestar al
concebirme y que fue mi bien parte integral de su proyecto para mí. Este Dios
que concibe Ignacio, me lanzó desde la generosidad. Por tanto, me imagino a
este Dios tejiéndome con infinita estima para luego arrojarme con sutileza
hacia un destino bueno, un horizonte de felicidad donde se encuentra nuevamente
el mismo Creador. Es decir, asumo como mio este bondadoso creador y de igual
modo su designio positivo para mi. Entonces digo que yo fui producto,
consecuencia, engendro, de una intención amorosa, que se cierra, o vierte sobre
si misma, en el círculo de lo que Ignacio llama "salvación".
4. He de pedir la
gracia de hacerme indiferente a tal punto que sólo haga uso de "las
cosas" en tanto sean buenas para mi salvación. Deseo dejar entrar a mi
vida (personas, actitudes o cosas) sólo aquello que "me salve".
San Ignacio de Loyola
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