Ábreme, oh Jesús, tu Sagrado Corazón. Muéstrame sus encantos. Úneme a Él para siempre. Que todas las respiraciones y palpitaciones de mi corazón, aun cuando esté durmiendo, te sirvan de testimonio de mi amor y te digan sin cesar: Señor, te amo. Recibe el poco bien que hago, dame tu gracia para reparar el mal que he hecho y para que te ame en el tiempo y te alabe por toda la eternidad. Amén.
Beato Pío IX
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