¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy
amados, que esta voz del Señor que nos invita? Ved cómo el Señor, con su amor
paternal, nos muestra el camino de la vida; si queremos tener nuestra morada en
las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar allí debemos
caminar aprisa por el camino de las buenas obras; si no, no llegaremos jamás.
Como el profeta, interroguemos al Señor con estas palabras: "Señor, ¿quién
puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?". Escuchemos la
respuesta del Señor y cómo nos enseña el camino hacia esta morada: "El que
procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales,
el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino".
El temor del Señor hace que estos hombres no se enorgullezcan de su buenan conducta; están seguros de que lo que en ellos hay de bueno no viene de sí mismos, sino del Señor: "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria". Y el Señor dice en el Evangelio: "El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca". Sabiendo esto, el Señor espera de nosotros que cada día respondamos con nuestros actos a sus santos consejos. Porque los días de esta vida se nos dan como un plazo de tiempo para corregir lo que de malo hay en nosotros.
San Benito, abad.
El temor del Señor hace que estos hombres no se enorgullezcan de su buenan conducta; están seguros de que lo que en ellos hay de bueno no viene de sí mismos, sino del Señor: "No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria". Y el Señor dice en el Evangelio: "El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca". Sabiendo esto, el Señor espera de nosotros que cada día respondamos con nuestros actos a sus santos consejos. Porque los días de esta vida se nos dan como un plazo de tiempo para corregir lo que de malo hay en nosotros.
San Benito, abad.
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