"No os asombréis por
las tempestades presentes. La barca de Pedro ha visto muchas. Pensad en la
noche del día en que fueron martirizados san Pedro y san Pablo. ¡Qué oscura
debía parecer para la pequeña cristiandad! Los primeros cristianos no se
desanimaron. A nosotros, que tenemos para fortificar nuestra fe dieciocho
siglos (ahora son 20), de vida de la Iglesia, ¡qué pequeños nos deben parecer estos esfuerzos del infierno, de los cuales
Jesús ha dicho que no prevalecerán! Estamos con el Omnipotente, y los enemigos
no tienen más poder que aquel que a Él le place darles para ejercitarnos,
santificarnos, hacernos conquistar victorias espirituales las solas verdaderas
y eternas- para su Iglesia y sus elegidos.
Pero volvamos al Evangelio: si no vivimos del Evangelio,
Jesús no vive en nosotros. Volvamos a la pobreza, a la sencillez cristiana.
Después de diecinueve años fuera de Francia, lo que más me ha llamado la
atención al volver unos días a ella ha sido el progreso que ha experimentado
-en todas las clases de la sociedad, sobre todo en la clase menos rica y aun en
familias muy cristianas- en el gusto de distracciones mundanas y frívolas,
completamente en desacuerdo con la vida cristiana. El peligro está en nosotros
y no en nuestros enemigos. Nuestros enemigos no pueden más que hacernos
conquistar victorias. El mal sólo podemos recibirlo de nosotros mismos. Volver
al Evangelio es el remedio."
Beato Carlos de Foucauld, mártir
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