jueves, 30 de agosto de 2012

Que se alegren las almas diligentes

En cierta ocasión vi a Satanás que tenía prisa y estaba buscando a alguien entre las hermanas, pero no la encontraba. Sentí en el alma la inspiración de ordenarle en nombre de Dios que me dijera a quién buscaba entre las hermanas. Y confesó, aunque de mala gana: Busco las almas perezosas. Cuando volví a ordenarle en nombre de Dios que me dijera a qué almas del convento tenía el acceso mas fácil, me confesó otra vez de mala gana que: A las almas perezosas y ociosas. Que se alegren las almas fatigadas y abrumadas por el trabajo.

(Santa Faustina. Diario 1127)

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