Señor, si dices que vigilemos y estemos preparados, es porque a la hora que menos lo pensemos, te presentarás Tú. Así quieres que estemos siempre dispuestos al combate y que en todo momento practiquemos la virtud. Es como
si dijeras: Si el vulgo de las gentes supieran cuándo había de morir, para aquel día absolutamente reservarían su fervor. Así, pues, para que no limiten su fervor a ese día, no revelas ni el común ni el propio de cada uno, pues quieres que te estemos siempe esperando y seamos siempre fervorosos. De ahí que dejaste también en la incertidumbre el fin de cada uno. Sabiendo que has de venir infaliblemente, haz que vigilemos y estemos preparados, a fin de que no nos lleven desapercibidos de este mundo.
Señor, Tú exiges de tu siervo prudencia y fidelidad. Lo llamas "leal", porque no sisó nada ni nada dilapidó vana y neciamente de los bienes de su señor; lo llamas "prudente", porque supo administrar como debía lo que se le había confiado. Haznos también a nosotros, Señor, siervos leales y prudentes, para que no usurpemos nada de cuanto te pertenece y administremos convenientemente tus bienes.
San Juan Crisóstomo
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