"Rezas mucho, pero no amas a Dios,
no amas al prójimo,
tienes el corazón seco, duro,
no
partido con misericordia;
no
lloras con los que lloran; y si esto te falta,
bien
puedes quebrarte la cabeza rezando
y enflaquecerte ayunando,
que no puso Dios en eso la santidad principalmente,
sino en el amor".
San Juan de Ávila, doctor de la Iglesia.
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