"No podemos quedar satisfechos dando sólo dinero; el dinero no es suficiente, pues se puede encontrar en otra parte. Los pobres tienen necesidad de nuestras manos para ser servidos, y de nuestros corazones para ser amados. La religión de Cristo es el amor, el contagio del amor.
Los que pueden llevar una vida cómoda sin duda que tienen sus razones. Pueden habérsela ganado con sus trabajos; yo sólo me enfado ante el despilfarro, los que echan a la basura lo que podría sernos de utilidad. La difilcultad está en que, muy a menudo, los ricos y la gente que vive cómodamente no saben verdaderamente qué son los pobres; por eso podemos perdonarlos, porque sólo el conocimiento puede conducir al amor, y el amor al servicio. Porque no los conocen no se conmueven por ellos. Por amor procuro dar a los pobres lo que los ricos no podrían obtener con dinero. Ciertamente, no tocaré a un leproso ni por un millón, pero lo cuidaré gustosamente por el amor de Dios".
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