En un vientre
inmaculado
su semilla Dios sembró;
y una vez pasado el
tiempo,
la semilla germinó.
Cuando crecida ya estaba
en árbol
se convirtió
y sus
flores y sus frutos
a
nosotros entregó.
Nosotros
los recibimos
como
regalo de Dios.
En el
alma los guardamos
con
respeto y devoción.
Sin
embargo su sombra
a muchos
les molestó
y
decidieron talarlo
sin
piedad ni compasión.
Mas su
profunda raíz
en la
Tierra se quedó
y, al
cabo de los tres días,
de nuevo
el árbol brotó.
Para todo cristiano católico una fiesta Mariana es como la fiesta de la mamá, hoy que por tradición y honor a nuestra madre celestial recordamos su santo nacimiento, lo debemos hacer con gozo y alegría pues ella fue la elegida para traernos al salvador, con ella nació la esperanza, con ella nació el regreso a la patria celestial, pues por su sí nos vino Dios. Los hijos de María que somos todos, tenemos que sentirnos orgullosos de una madre como Ella, fiel a Dios y a su misión. Vivir devotamente este día, es hacer el propósito de conocer más a nuestra madre celestial, escuchar y obedecer sus súplicas que siempre están bajo la voluntad de Dios y estar a su servicio para la mayor gloria de nuestro señor Jesús e imitarla en todo. El mejor regalo que como hijos suyos podemos tributarle a ella es recordar siempre que ¨La honra de maría es la gloría de Dios, ella no se guarda nada para sí, todas las alabanzas que le rindamos a Ella, inmediatamente Ella las ofrece a Dios. Que este día sea oportuno para decirle a tu MADRE CELESTIAL que la amas y que reine en tu corazón para la mayor gloria de Dios.
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