Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración...
La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...
Sólo quiero ser un fraile que reza...
El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido.
No hay tiempo mejor empleado que el que se invierte en santificar el alma del prójimo.
Una sola cosa es necesaria: consolar tu espíritu y amar a Dios.
Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos la paz.
La clave de la perfección es el amor. Quien vive de amor, vive en Dios, pues Dios es amor, como dice el Apóstol.
No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo mas delicado que la pupila?
Haré más desde el Cielo, de lo que puedo hacer aquí en la Tierra.
Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte.
El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará.
El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.
Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.
Salvar las almas orando siempre.
Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.
¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!
Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es infinita.
El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.
Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy lejos de pecar.
Sólo quiero ser un fraile que reza...
El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido.
No hay tiempo mejor empleado que el que se invierte en santificar el alma del prójimo.
Una sola cosa es necesaria: consolar tu espíritu y amar a Dios.
Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos la paz.
La clave de la perfección es el amor. Quien vive de amor, vive en Dios, pues Dios es amor, como dice el Apóstol.
No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo mas delicado que la pupila?
Haré más desde el Cielo, de lo que puedo hacer aquí en la Tierra.
Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte.
El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará.
El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.
Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.
Salvar las almas orando siempre.
Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.
¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!
Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es infinita.
El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.
Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy lejos de pecar.
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