Los devotos escrupulosos son personas que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre, rebajar al Uno al honrar a la Otra. No pueden tolerar que se tributen a la Santísima Virgen las justísimas alabanzas que le prodigaron los Santos Padres. Toleran penosamente que haya más personas arrodilladas ante un altar de María que delante del Santísimo Sacramento, ¡como si esto fuera contrario a aquello o si los que oran a la Santísima Virgen, no orasen a Jesucristo por medio de Ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Madre de Dios ni que los fieles acudan a Ella tantas veces.
Oigamos algunas de sus expresiones más frecuentes:
“¿De qué sirven tantos Rosarios? ¿Tantas congregaciones y devociones exteriores a la Santísima Virgen? ¡Cuánta ignorancia hay en tales prácticas! ¡Esto es poner en ridículo nuestra religión! ¡Hábleme más bien de los devotos de Jesucristo! (y, al pronunciar frecuentemente este nombre, lo digo entre paréntesis, no se descubren). Hay que recurrir solamente a Jesucristo: Él es nuestro único mediador. Hay que predicar a Jesucristo: ¡esto es lo sólido!”.
Y lo que dicen es verdad, en cierto sentido. Pero, la aplicación que hacen de ello para combatir la devoción a la Santísima Virgen es muy peligrosa, es un lazo sutil del espíritu maligno, so pretexto de un bien mayor. Porque ¡nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen! Efectivamente, si se la honra, es para honrar más perfectamente a Jesucristo y si vamos a Ella, es para encontrar el camino que nos lleve a la meta, que es Jesucristo.
La Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús (Lc. 1, 42). Y esto, no porque la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a Él, lo cual sería intolerable herejía, sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a María.
Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la Santísima Virgen y contra sus falsos devotos escrupulosos: María, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Fuente: San Luis María Grignion de Montfort. Tratado de la
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María.
SON TAN IGNORANTES ...ALGUNOS, TAMBIÉN LO PUEDO SER YO , ¿ ESCRUPULOSOS PORQUE?,SI LA SEÑORA ES LA MADRE DE JESÚS, ES LO MISMO QUE SI MIS HERMANOS CONSANGUINEOS PENSARAN QUE SI AMAN AMI PAPÁ NO PUEDEN AMAR A MI MAMÁ...MAS CLARO ECHARLE AGUA.
ResponderEliminarEs cierto Miriam. Ya te extrañaba por aquí. Un fuerte abrazo. Bendiciones.
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